RELATOS ESCALOFRIANTES DE CHÓFERES EN CARRETERAS

Por Story Teller
Historias de carreteras

Hola de nuevo comunidad, nos da mucho que estén de nuevo leyéndonos que se hayan atrevido a darle clic a estas historia de terror cortas les prometemos que no se van a arrepentir.

Hoy vamos a hablar de nueva cuenta sobre experiencias paranormales, sobre experiencias extrañas que han vivido choferes y gente que vive en el volante sobre lo que han vivido en sus salidas a carreteras.

Vámonos con las historias de hoy que son una selección de «RELATOS ESCALOFRIANTES DE CHÓFERES EN CARRETERAS».

Historia numero 1 .- Los caminantes

Soy camarógrafo para un noticiero que se transmite en todo el país y esto me ha llevado a conocer lugares remotos y las carreteras más escondidas de todo México.

Me han pasado cosas y me han topado situaciones peligrosas pero nada me ha dado tanto miedo como lo que estoy a punto de contarles.

Había ocurrido un suceso bastante violento en esta zona rural del país a la que nos trasladamos para realizar un reportaje, iríamos precisamente este lugar donde esto había ocurrido donde habían perdido la vida tantas personas.

El lugar era propiedad privada, pero hacía mucho que de los dueños no se sabía nada, ni siquiera si seguían vivos.

La gente cercana al lugar pasaba para cortar camino por ese lugar, en las fotografías que habíamos visto antes de ir se notaba que las casitas que estaban dentro del lugar parecían de nuevo haberse fundido con la naturaleza.

Habíamos hecho tomas y entrevistas en el pueblo vecino y ya se nos estaba acabando la luz.

Cuando nos dirigimos por fin a este lugar en un camino largo lejos del último pueblo, primero por una carretera de dos carriles en malas condiciones y finalmente en un camino de tierra que apenas daba espacio para que pasáramos.

Casi al final llegamos a un viejo portón de madera pesado que hacía un ruido parecido al de un animal herido cuando se abría y se cerraba.

Un portón en medio del camino, de verdad, construido por quien se ve quien en medio de la nada, en tierras de nadie.

Aún faltaban unos kilómetros para llegar a nuestro destino y bueno nadie tiene un terreno tan vasto y lo abandona así porque si.

Era más coherente pensar que los lugareños habían decidido impedir el paso hacia ese lugar desde hacía mucho tiempo.

El portón

Abrimos el portón y continuamos, pero no avanzamos más de 100 metros cuando el chófer detuvo la camioneta sin decir nada y de la misma forma apagó las luces, guardó silencio.

Recuerdo que mi productor le preguntó ¿Qué que estaba pasando’? pero no le respondió.

Así con las luces apagadas comenzó a maniobrar para dar vuelta en ese espacio pequeño con cuidado de no caer en las zanjas que rodeaban el camino.

Mi productor le gritó, le dijo que tenían que seguir, que tenían que ir al lugar para grabar, que habíamos ido hasta allá solo para eso.

Yo estaba del lado del copiloto y no pude ver nada, mi productor estaba justo detrás del el chófer y este sin decirle una sola palabra le señaló con la cara para que voltear hacia su lado izquierdo.

Miraba hacia donde hace un momento nos estábamos dirigiendo, les repito yo no alcanzaba a ver, pero el productor se quedó callado y el chófer continuó dando la vuelta poco a poco.

Así despacito sin prender la luz avanzó esos 100 metros de vuelta al portón.

Se bajó con toda la calma del mundo a cerrarlo y luego seguimos nuestro camino de vuelta hacia el pueblo.

El productor se tardó casi 20 minutos en volver a hablar y comentaba cosas sobre lo grabado ese día, pero no decían nada respecto a lo que acababa de pasar.

¿Qué paso?

Después de llegar y cenar nos fuimos a echar unos tragos a un pequeño bar del pueblo con un amigo local que nos alcanzó.

Luego de varios tequilas se atrevió a contarlo, no podía creer el productor que los demás no hubiéramos visto nada cuando le estaba reclamando al chófer que siguiera.

Cuando le estaba dando la vuelta y le dijo que siguiera voy yo para abrir el camino y miro que alguien se acercaba caminando sin tocar el suelo, eran muchas personas dijo, unas diez por lo menos.

Seguramente y en la oscuridad había más, pero estaba muy oscuro como para saberlo se acercaban a nosotros en silencio flotando sobre el camino, ahí fue cuando se quedó callado.

Cuando veníamos de regreso y el chófer se bajó a cerrar el portón ya ni siquiera se atrevía a voltear.

Era como si se hubiera quedado congelado por completo, como si se hubiera quedado dormido por un buen rato y volvió en si ya hasta después.

Cualquiera podría decir que esto es imposible, que estas cosas no pasan, o no creerme por el simple hecho de que esto que platico no lo vi.

Pero les juro que esta persona, este productor jamás se ha dejado un trabajo a la mitad como esa vez, ni siquiera cuando nos amenaza el crimen organizado.

Hemos estado en lugares sumamente peligrosos y nunca lo vi dejar algo por miedo, todavía hoy pueden ver sus trabajos todas las noches en horario estelar

No sé qué fue lo que vio pero sé que alguien como él no mentiría, algún día quizás lo entenderé gracias por leerme.

Historia numero 2 .- La Brecha

Mi historia es muy cortita, pero de verdad de verdad es muy extraña, espero me digan qué diablos pudo ser lo que me pasó.

Soy trailero, es lo que he sido desde que tuve edad para trabajar, y aunque nos tocan muchas experiencias raras por vivir en la carretera, hay algo que aún hoy no logro explicarme, y que no le ha pasado a nadie de los compañeros al menos a ninguno de los que conozco, y a los que les he platicado sobre este extraño suceso.

Esto me ocurrió en el estado de Durango ya casi llegando a Chihuahua, si no mal recuerdo cerca de Torreón de cañas.

En este tiempo yo no estaba manejando tráiler, sino un camión de mudanzas de 28 pies, mucho más pequeño y sin tanta batalla para llevar.

Las luces

Eran las tres de la mañana y yo ya iba bien cansado, no me había detenido a cenar, aunque lo había dudado un rato antes, para estas alturas ya que se me cerraban los ojos y se me había acabado el café que llevaba en el termo.

A lo lejos vi un letrerito con una brecha hacia el costado de la carretera y al seguirlo con la mirada alcancé a notar unas lucecitas como de unas lámparas pequeñas, como en una casita a unas decenas de metros de la carretera.

Baje la velocidad para ver con más atención y al irme acercando note más luces eran varias casitas y me sorprendía que fuera una calle tan iluminada para estas horas de la noche.

Sali de la carretera por la discreción y me metí a esta callecita esperando que hubiera algo abierto donde pudiera cenar, o por lo menos rellenar mi café.

Lo que quería era descansar, pero no se veía a nadie las casas muy viejitas, estaban iluminadas, pero parecía que todos hubieran salido corriendo, que las hubieran abandonado.

Me dirigí hacia el fondo muy despacio, pero no había nada de movimiento y el viento se escuchaba y es que baje la ventana pero sentí un aire caliente horrible y mejor la volví a subir.

Me di la vuelta porque empecé a tener como decirlo un mal presentimiento, como si me estuvieran esperando ahí.

La mujer sin rostro

Cuando me enfile de nuevo a la carretera, por el retrovisor vi como alguien, una mujer salía de una de las casas y me hacía señas para que volviera.

No me detuve y vi que la mujer empezó a caminar apresurada a mí, por ahora no alcanzaba a distinguir, la cara se le veía como como borrosa.

Por alguna razón eso me aterraba todavía más, acelere hacia la carretera y continué mi camino.

Hasta la mañana siguiente le comenté lo sucedido a un compañero que no era de muy lejos de ahí, busque por donde ver señalado el lugar en el mapa, le intenté mostrar por donde creía que me había pasado.

Me dijo que no había nada por ahí.

No lo creía o pensé que a lo mejor yo me ha confundido, pero en mi viaje de regreso me fui fijando con atención y en efecto, en ese lugar al menos donde yo pensaba que era no había nada.

Tuve un viaje de nuevo días después y ahora puede pasar más temprano y sí encontré con facilidad aquella señal con la flecha inconfundible, todavía se pueden encontrar si pasan por allí, pues bueno de verdad no había nada nada.

Me frené, me salí de la carretera en esa misma desviación, pero no estaba en ningún lado, como si esas casitas nunca hubieran existido o como si me hubiera mentido por unos minutos en otro momento del tiempo.

Les mando un abrazo a toda la comunidad.

Historia numero 3.-La carretera de la presa

Mi familia y yo vivimos en San Clemente California, pero mi abuelo sigue en Tijuana, cuando era joven había trabajado como chófer y recuerdo que mi papá me dijo que el abuelo solía atravesar la presa por aquellos días.

Hace poco por fin tuve oportunidad de platicar con el abuelo cuando vino y recordé esa pregunta que tenía pendiente ¿Tata alguna vez vio la criatura que vuela cerca de la presa? le pregunté.

No hija, pero si me tocó ver algo por ahí alguna vez me respondió, acercó su silla a la mía como queriendo que la siguiente anécdota fuera sólo para mí.

No sé si te acuerdes mi hija que la calle pasó justo encima de esa presa, ahí me tocaba pasar seguido, una vez me tocó atravesarla ya muy de noche.

La verdad no me gustaba a ninguna hora, algo tiene, una vibra rara, pero siempre sentía un ambiente pesado al pasar por ahí.

La muchacha

Ya pasaban de las 12, ya estaba completamente sola, mal iluminada, cuando a lo lejos caminando por ella pude ver a una muchacha.

De un lado está la caída hacia el agua y del otro la calle es muy alta, en unas partes debe ser hasta de 50 metros hacia el arroyo vacío lleno de piedras el que va para la ciudad.

Aunque primero me dio miedo, en cuanto pase a la muchacha me dio mucha culpa, mucha tristeza, quizás era una pobre mujer que necesitaba ayuda, a la que algo le había pasado y me detuve.

Antes de bajarme la trate de buscar por el retrovisor, pero ya no la vi, me volteé y ahí estaba ya muy cerca del carro, pero justo antes de llegar a él de alcanzarme, se subió a la varita y se lanzó.

Se lanzó hacia el lado del arroyo vacío, no te imaginas mi hija como grite, la impresión, la impresión de ver a alguien que se acaba de matar.

Fui rápido a la estación de policía que está ahí muy cerca y les dije lo que acababa de ver.

Fueron y la verdad yo me regresé con ellos dejé el carro al entrar la presa y luego corrí por ahí y le señale justo por donde se había tirado.

¿Qué paso?

En unos minutos llegaron también rescatistas se pusieron a buscar cada centímetro y abajo pero ya no había nada, no hallaron absolutamente nada ni un rastro de alguien que se hubiera lanzado, y luego me fueron a preguntar a mí si no
lo había inventado todo o si no iba borracho.

Te juro por dios lo que vi clarito como si hubiera sido una persona, pero la verdad es que ese día nadie se lanzó.

Pero a veces así pasa y tal vez esté condenada a repetir su pecado quitarse la vida, tal vez cada noche o cada año o cada noche que la luna vuelve a la posición que la vio hacerlo pero estoy seguro que yo no he sido el único que la ha podido ver.

Espero que hayan disfrutado la historia de mi abuelo

Historia numero 4 .- Los Seres

Todo ocurrió en una carretera en un estado aquí muy cerca de la capital en México, quien conozca la zona u oyó de estas carreteras que se alejan de la ciudad sabrá que son muy nutridas de leyendas y de historias de relatos de brujas y otros seres que habitan esos caminos por las noches a la espera de sorprender a los viajeros.

Sin embargo esto esto es diferente, no son brujas las protagonistas, o al menos no parecería que lo fueran.

Mi hermano manejaba un camioncito de una organización que les llevaba despensas a comunidades a las montañas, a esas montañas llenas de selva, así como son acercándose a Veracruz.

Regularmente los viajes eran muy temprano para terminar antes de que cayera la noche y volver, aunque siempre iban dos personas eran carreteras a veces peligrosas, pues nos faltaban las historias de asaltos, aunque a él tal vez porque sabían que llevaba despensas para ayudar nunca le había tocado, aún así eran políticas de la organización que tenían que seguir por seguridad.

La mudanza

En una ocasión les enviaron para llevar los muebles para una pequeña oficina que esta organización dejaría de forma permanente allá arriba, en un pueblo, una chica de hecho se iba a quedar a vivir allá a administrarla y les pidió que intentaran llevar todo lo necesario para empezar ese primer día.

Así lo hicieron, toda la mudanza se llevó a cabo en una sola jornada, pero al llevar el último viaje no encontraban a la chica por ninguna parte.

Tenían que regresarse a la ciudad porque estaba por oscurecer, pero no sabían si podían cerrar o no el lugar, si la chica se había ido con llave o no y bueno de hecho necesitaban que ella diera el visto bueno y que afirmara que todo había llegado en orden, porque había equipo de cómputo y otras cosas muy caras.

No se encontraban por ninguna parte, se les hacía cada vez más de noche, tenían que volver y empezaron a preguntar con la gente cercana empezando por los muchachos que les habían ayudado para meter algunas de las cosas pesadas, pero nada nadie sabía nada.

El Mensaje

Hasta que de pronto un chico a lo lejos se acercó corriendo hacia ellos les gritaba les tenía que dar un mensaje pero se había distraído.

No los había visto llegar pero por fin estaba ahí para decírselos, la chica había tenido que subir de emergencia a uno de los pueblos vecinos, todavía más arriba, en la montaña algo había pasado con una de las señoras que le ayudaba por allá, necesitaban de ella y tuvo que subir, pidiéndole a él que les avisará a los de la mudanza y prometiendo no tardarse tanto en volver y es que a fin de cuentas también había subido de aventón en la motocicleta de un chico que se animó para llevarla.

Bueno pensó mi hermano, será cuestión de esperar otro rato, el muchacho se quedó con ellos, él desde niño había sido apoyado por la organización y ahora que era ya un chico de 17 años se sentía muy comprometido a apoyarles en lo que fuera requerido, así que se puso a acomodar algunas de las cosas que ya habían llevado, hasta que le llamó la atención un chico que pasa en una moto campante enfrente de la oficina.

Híjole ahí va el mago el llevo a la muchacha hasta el otro pueblo, dijo al momento de que se salió gritándole, preguntándole al chico ¿Qué había pasado?

El rescate

Mi hermano y su compañero salieron detrás de él el otro muchacho, les dijo que si la había subido en la moto pero que el problema de allá arriba era más complicado de lo que había pensado, y le dijo que bajara el, que ella se quedaría ahí arriba, y ¿Cuál era problema que fue a ver? pregunto mi hermano.

Doña Susana dijo el muchacho, es la señora que les ayuda ahí arriba pero dicen que regresó el esposo ya lo habían corrido del pueblo, porque se puso muy violento, porque dijo que la iba a matar y le dijeron que ya andaba allá arriba de nuevo.

Mi hermano en ese momento se subió al carro tenía, que ir por la chica de la organización y por la señora, era imposible dejarla así arriba, en peligro, en un pueblo sin policías y sin señal de celular.

Tú qué está aquí cuida las cosas le dijo su compañero, yo voy a subir por ellas y antes de que pudiera terminar de decirlo el chico del pueblo ya estaba arriba de la camioneta con él, vamos yo le digo, está complicado el camino pero yo le digo por dónde y así no perdieron tiempo.

El camino

Se adentraron en la carretera que a los pocos kilómetros se volvió de terracería, y luego de un solo carril, mi hermano iba preocupado pensando en qué haría si se topará de frente con otro carro, y es que no se veía ni un espacio para que pasaran dos y de su lado derecho lo que sí veía era un desfiladero.

Tranquilo le decía el muchacho, ya nadie pasa por aquí, nadie sube nunca al pueblo a los pocos metros para tranquilidad de mi hermano dejaron atrás el desfiladero, pero se entraron entonces entre los árboles en un camino lleno de una espesa vegetación, que en cierto momento ya no les permitía ni ver el cielo.

Siquiera aquí es más que evidente que el muchacho que antes lo calmaba se había puesto muy nervioso, no me gusta pasar por aquí por eso me traje yo a la señorita hace rato, mi hermano no le pregunto, porque daba lo mismo y además prefería no saber nada extraño del lugar hasta estar de vuelta.

Siempre había sido miedoso y le parecía mejor no pensar en eso.

Las luces del cielo

Cuando pasan por un tramo sin tantos árboles que les permitía ver un poco del cielo voltearon al mismo tiempo para contemplar el cielo lleno de estrellas, era impresionante, no dijeron nada pero entonces los dos vieron pasar varias luces, cinco que volaban de una forma impresionantemente rápida alineadas cruzaron el cielo y luego parecieron cambiar de dirección de una manera que no era posible para cualquier avión o helicóptero o nave que cualquiera de los dos hubiera visto antes.

Cambiaron de dirección tan rápido y hacia abajo que mi hermano se fue pensando que en cualquier momento iba a escuchar el sonido de estas cosas impactándose en el suelo.

Tan solo distinguía las luces, pero sabía que no estaban tan lejos, por lo que vio se tenían que haber estrellado en el cerro unos dos kilómetros de donde estaban.

No se frene, no se frene, le dijo el muchacho al tiempo que prendía la radio, sin pedirle permiso, mi hermano brusca mente le quito la mano de los controles y le dijo que se callara.

Detuvo el carro, lo apago y bajo de él, estaba seguro de haber contemplado lo que pudo ser un accidente, era su obligación saber qué había pasado.

El sonido

Camino un poco fuera del camino para intentar encontrar un lugar del que pudiera observar mejor, pero no lo logro y no se veía ni se escucha absolutamente nada raro, de hecho se dio cuenta no se escuchaban nada. además de esos sonidos de bichos y animales que suelen escucharse con toda claridad durante las noches en estas regiones.

Apresuró el paso para volver, se dio media vuelta y siguió la luz de la cabina de la camioneta iluminada porque había dejado la puerta abierta, pero en ese momento se apagó y pudo escuchar la puerta del muchacho que estaba saliendo en la camioneta, asustado preguntándole que ¿Dónde estaba? ¿si estaba bien? acabo y le gritaba mi hermano para calmarlo, cuando un sonido empezó a llenar el silencio del lugar, una especie de silbido que le hacía pensar que se había topado con un panal.

El sonido comenzó a aumentar y aumentar de intensidad, tanto que en cierto momento mi hermano sin darse cuenta como ya estaba de rodillas, apretando son las orejas tan fuerte como podía para intentar acallar ese zumbido que parecía perforarle los oídos la cabeza provocándole un dolor horrible a lo lejos atravesando en las manos.

El miedo

Además del silbido, puedo escuchar los gritos del muchacho gritando de dolor y así de un momento a otro paro la cabeza le daba vueltas y creía seguir escuchando ese sonido horrible en su cabeza, como pudo se levantó y fue hasta el muchacho que apenas se podía levantar y casi no lo escuchaba.

Le señalaba que le dolían los oídos y por la sangre, mi hermano se dio cuenta de que se le habían reventado, lo ayudó a subir a la camioneta y luego se subió a él, pero ya no arrancaba, no hacía ni siquiera el sonido de que estuviera intentando arrancar, las luces no encendían, era como si la piel hubiera muerto de repente, el chico estaba como ido.

Mi hermano estaba muy asustado como para poder pensar con claridad que podía hacer, estaban alejados de cualquiera de los dos pueblos como para intentar irse caminando, se quedaron ahí quietos y móviles y con temor de bajar la ventana por unos 20 minutos, hasta que vieron una luz a lo lejos bajando por el camino, se pusieron alertas, nerviosos.

La calma

Se calmaron cuando vieron que se trataba de una moto destartalada, venía un señor en ella, iba precisamente a decirles que la chica de la organización estaba bien, se iba a tener que quedar allá arriba en el otro poblado, para su sorpresa el señor de la moto les dijo que bajaría con ellos, que ya no eran horas de seguir subiendo la camioneta.

Encendió de la nada al primer intento y metiéndose entre los árboles y con mucho cuidado lograron darle la vuelta para empezar a bajar, en cuanto llegaron una señora del pueblo se puso curarle los ojos al muchacho sin preguntarle nada, sin inferir nada, sin hacer ningún comentario.

Mi hermano le dice a su compañero que se van a quedar esa noche ahí a dormir en la oficina, que no puede manejar más, pero no puede platicarle bien porque aunque era obvio para todos que alguna cosa había pasado.

Me lo contó a mi semanas después cuando lo fui a ver a su casa y sé que solo me lo confío porque le recuerda a una historia que nos contaba mi papá, es por esto que resultó mucho más aterrador para él, porque estaba recordando aquello al mismo tiempo que le estaba ocurriendo.

Pero bueno esa historia también ya la compartiré con ustedes en otra ocasión gracias por leer mi historia.