2 Historias de terror de TRAILEROS
1.-El día que él viajó conmigo para salvarme de un robo
Hace aproximadamente unos dos años y medio atrás yo manejaba un Torton, me encontraba circulando por uno de los estados más peligrosos de México, ya que está dentro del famoso triángulo rojo del sureste.
Ahí estaba yo circulando sobre la autopista Puebla-Veracruz cuando me detuve por un instante, aproximadamente en el kilómetro 140 antes de la caseta de Amozoc. Aclaro que no estaba en ningún paradero o algo así, no había nada ni nadie solo me bajé a orinar.
Cuando me pase al frente al camión y comencé a hacer lo mío, realmente no me di cuenta de que el camión se moviera o de que alguien abría las puertas.
Ya sea por la vista o por el sonido termine y al subir me di cuenta que estaba un tipo en el asiento de acompañante y yo sorprendido asustado y amenazado también le pregunté ¿Qué era lo que quería? A lo que él me respondió tranquilo solo sube y vámonos porque aquí está caliente.
Yo pensé que me iba a robar el camión, que me iba a secuestrar, o que me esperaba con sus cómplices más adelante, pero por alguna razón me generó tranquilidad y confianza.
Sólo me dijo relájate y dale porque esta bien pesada por aquí.
En casi en todos los camiones que manejado he traído la imagen de la santa muerte en el tablero, voltea a ver mi imagen y el tipo sólo sonrío y me dijo tranquilo que vengo a echarle la mano a ella porque tiene mucho trabajo.
Yo solo sonreí, me resigné un poco a la idea de que me robaría en el camión, la mercancía e incluso que si cooperaba y me portaba bien con este tipo no me haría daño.
En el vehículo traía refrescos y botanas sin olvidar mis cigarros, yo solo avanzaba en el camión y el tipo me pidió un cigarro, yo se lo di y le ofrecí refresco, agua y botanas de las que traía, pero la rechazó.
Comenzamos a platicar a las cosas cotidianas como el mal estado de las carreteras, la inseguridad, el clima, etcétera.
Todo se torna un poco macabro cuando prendí la luz al interior de aquel camión, era de color azul y el tipo que iba vestido como un vaquero llevaba su camisa con botones dorados, mismos que empezaron a brillar con la poca luz que había dentro de la cabina, en su sombrero el tipo tenía una pluma negra tan oscura y brillante que me dieron ganas de pedirle que me vendiera el sombrero, pero la prudencia pudo en mí y me callé.
Seguí avanzando y empezó a llegar a un fuerte olor a plomo, algo así como el de la gasolina y vi una ligera nube de humo que salía de abajo del asiento del copiloto.
El tipo sólo comenzó a reír con una risa tanto macabra, pero no se, relajante.
Tranquilizante no te pasará nada, a alta velocidad paso algún tráiler a mi lado, al que seguían dos coches deportivos, uno les cerraba el paso y el otro simplemente les disparaba sin medir consecuencias.
Mi acompañante me pidió que dejara pasar esos coches y así lo hice, me dijo el tipo que detuviera el carro, que ya habían pasado a los coches y el tráiler, a lo que respondí: Qué estaba loco, aquí me van a quitar el carro y nos van a matar, incluso quizás vienes con ellos.
El tipo me sonrío y me dijo tengo indicaciones de llevarte con bien hasta la salida Oaxaca, que es donde está más tranquilo, me detuve y los carros pasaron a mi lado disparando y más adelante el tráiler perdió el control y se cambió bruscamente del carril, en el carril en el que yo iba.
La despedida
Le agradecí al sujeto que me acompaña y me dijo que ya podía continuar.
Ambos estamos fumando y mi acompañante tiraba las colillas dentro del camión porque yo no trae cenicero y tampoco bajaba a la ventana, continué mi camino hasta el kilómetro 204 que es la salida Oaxaca y al desviarme un federal me marcó el alto a lo que obedecí.
Detuve el camión y el busque los papeles de mi camión para mostrárselos al policía federal.
Le dejaba ciego el destello de los botones de la camisa del extraño el sujeto, solo me dijo algún día nos volveremos a ver y yo en tono de burla le contesté no te vayas a escapar porque quiero hacer negocio por estas botas él sonrió y me dijo date prisa que el federal se ve enojar.
Baje a tender al federal, baje por la puerta del chofer, al subirme ya no estaba el tipo y hay un dolor muy fuerte gasolina mezclado con otra aroma muy dulce, baje de nuevo a buscar a mi acompañante y le pregunta al oficial me respondió que no había nadie y que tal vez se bajó por la otra puerta, a lo que mostré que esa puerta no abría y que seguían sus colillas de los cigarros que se había fumado mi acompañante.
El federal se rio de mí y me dijo ya no le metas tanto y ya vete porque por aquí andan robando.
Me subí a mi unidad y en empecé a avanzar, solo escuché su voz que se carcajeaba al mismo tiempo que me decía hasta aquí llegó, pero dale sin miedo que no te pasará nada.
Yo un poco asustado empecé a aumentar la velocidad y es que mire la imagen de mi santa muerte y le agradecí por haberme librado de ese robo.
Debo aclarar que aún quiero ver ese tipo para reclamarle por no haberse despedido y también invitarle un café.
No siempre viajamos solos y no toda la ayuda que buscamos es buena, ni todo es mala, yo no supe que era el, al menos algún demonio, pero como sea, quien sea, lo que sea, le agradezco aquí la ayuda que me dio para salvarme del robo.
Yo les pregunto ¿Quién creen que fue el que viajó conmigo?
2.- Caminero
Cuenta la leyenda que un camionero llamado Ignacio Velázquez avanzaba a gran velocidad con su tráiler por una zona montañosa.
Aunque habitualmente era muy precavido y un gran conductor, las noticias que su mujer estaba a punto de dar a luz le había obligado a saltarse las precauciones que normalmente tomaba mientras conducía.
Sabía que debía llegar lo más rápidamente posible para entregar un dinero que era necesario para que asistieran el parto de su esposa, por lo que no dudó ni un instante en arriesgar su vida entre abismos y zonas rocosas para llegar lo antes posible.
Era una cantidad de dinero muy grande porque sumaba el total de dos meses de trabajo y la venta de una finca que recientemente había heredado.
Cuando faltaban pocos kilómetros para el desvío que la llevaría junto a su esposa y el primer hijo que estaba por nacer su camión perdió el control y salió de la carretera e impacto contra una roca fue brutal.
Pero Ignacio consiguió salir del vehículo sin un solo rasguño, aturdido por la situación y sin saber muy bien qué hacer intentó que algún coche le llevara hasta su mujer.
Pero en una carretera poco transitada y tras varios minutos no pasó ningún otro vehículo.
Decidió llegar junto a los que quería de una u otra forma, comenzó a caminar en dirección a su destino anduvo por aquella carretera varios kilómetros pero por alguna extraña razón parecía no avanzar y cuanto más se alejaba del lugar del accidente se volvía más oscuro todo.
Desesperado porque la situación no le favorecía decidió sentarse en una roca aunque no se sentía cansado más bien estaba confundido y necesitaba hacer una pausa, y cuál fue su sorpresa que al mirar hacia atrás buscando algún coche para hacer autostop encontró a su camión estrellado contra las rocas era como si no hubiera caminado ni diez metros.
A pesar de todo su esfuerzo era como si estuviera atado aquel lugar, como le fuera imposible escapar.
Se había convertido en un alma en pena de este mundo, sin embargo el deseo de Ignacio por lograr llegar a su familia y ayudarla era tan fuerte que ni la muerte podía impedir que cumpliera con la promesa que le había hecho a su mujer de que llegaría con el dinero.
Pare él el tiempo no transcurre a la misma velocidad que para nosotros y cada día era como si volviera a comenzar y no pudiera comprender que la vida seguía su curso normal.
Cada día empezaba con la misma angustia por no poder ayudar a los que amaban y despedirse de ellos.
Con el tiempo y casi sin darse cuenta su espíritu se volvía cada vez más fuerte, incluso corpóreo, hasta que llegó el momento en el que pudo aparecerse a los conductores que viajaban por esa vía a la misma hora en la que el falleció en el accidente de su camión.
Danielle
La mayoría de los conductores asustados aceleraron el paso le ignoraban hasta que un día un joven llamado Danielle circulaba a altas horas de la madrugada por la carretera, cuando vislumbró a un hombre a un lado de la calzada que parecía haber salido de la nada.
Pensando que le hacía autostop detuvo su coche y bajó la ventanilla, buenas señor, ¿A dónde va amigo?, necesito ayuda, mi nombre es Ignacio Velázquez y mi mujer está a punto de dar a luz, mi camión se ha salido de la calzada y no puedo dejarlo aquí con toda la carga, mintió el fantasma para no develar que estaba ligado a aquel lugar.
Es de vital importancia que mi mujer reciba este sobre con dinero para que atiendan parte de las necesidades del niño, esta es la dirección donde vivimos, una matrona se encuentra con ellos.
El le dijo mientras le ofreció un papel con una dirección anotada y un sobre bastante abultado y lleno de dinero.
Danielle no ve y el camión que parecía señalarle el hombre pero sintió en mirarle a los ojos que era un hombre bondadoso y desesperado que realmente necesitaba su ayuda.
Había algo extraño en él como si por alguna razón sus ojos no pudieran enfocarlo, le mira borroso pero no le dio importancia a eso, le
atribuye a su cansancio ya que llevaba más de una hora con la mirada fija en la carretera y concentrado para evitar salirse de esa calzada en alguno de los peligrosos abismos.
Alargó su mano para recoger el sobre y la dirección y de forma casual rozó la mano de Ignacio, un escalofrío subió por el brazo hasta su espalda tan intenso que le hizo estremecerse.
Quedó paralizado y ante la atenta mirada de Ignacio bajó la vista para leer la nota y vio que estaba a pocos kilómetros y no se desviaba mucho
de su camino, levanto la cabeza nuevamente para confirmarle al hombre que le cumpliría con su cometido pero éste parecía haber desaparecido.
Miro a un lado al otro pero no había rastro de él, ni de ningún camión, se
había esfumado con tanta velocidad como había aparecido.
Danielle era una buena persona y a pesar de lo extraño de la situación no dudó en ayudar a que buen hombre y a su mujer que sin duda necesitaría que el dinero.
Habían transcurrido un par de horas y había empezado a amanecer cuando llegó a la casa de Ignacio y su mujer, no conocía el pueblo y las indicaciones no eran tan claras como pensó inicialmente.
Encontró la casa y toco la puerta, pero nadie abría, una vecina que estaba viviendo su existencia mientras golpeaba la puerta le dijo que ya nadie vivía allí, ahí no vive nadie si busca a doña Matilde el nombre de la mujer de Ignacio se cambió de casa hace tiempo.
Aquello era realmente raro pero Danielle era un hombre de principios estaba decidido a hacer todo lo que estuviera en sus manos para ayudar.
Pidió la nueva dirección a la vecina y aunque estaba en la otra punta de la ciudad no dudó en acercarse para entregar el sobre.
Una hora después llegó a la nueva dirección y llamó a la puerta, buenos días esta niña Matilde dijo pensando que quien abrió la puerta sería la matrona, buenos días sí soy yo ¿Qué desea? me envía su marido con este sobre de dinero para atender su parto pero, debe haber un error porque obviamente usted se encuentra en perfecto estado, eso es imposible mi marido falleció en un accidente de tráfico el día que nació mi niño.
Danielle pudo ver a un niño de unos cinco años jugando en el suelo detrás de doña Matilde, Daniela estaba confundido pero algo en su interior le decía que es el lugar, la persona correcta por lo que extendió su mano y le entregó el sobre sin hacer más preguntas.
La mujer abrió el sobre y estalló en lágrimas cuando encontró junto al dinero una nota escrita a mano por su marido que le decía: «he faltado a mi promesa, aquí está el dinero, siempre estaré con ustedes los quiero, y él estaba tan aturdido por la situación que se derrumbó en el asiento de su coche y empezó a pensar en lo sucedido la extraña forma de aparecer en la calzada su mano tan fría como el hielo, como desapareció en un instante.
Era todo tan siniestro, pero él tenía que estar muerto de miedo, sin embargo no era así sentía como una gran paz y la sensación de haber hecho lo correcto.
Recostó su cabeza en el respaldo del asiento e instintivamente miró por el espejo retrovisor, reflejado en el estaba Ignacio que le sonreía y le daba las gracias.
Danielle dio un salto en su asiento y se giró para mirar atrás en su vehículo en el lugar en el que debería estar el hombre que se reflejaba pero ahí no había nadie, miró nuevamente al espejo pero todo rastro de aquel hombre había desaparecido.
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