Era una noche oscura en Fettin, un pueblo del centro de Francia.
Estaba sola en casa porque mis padres se habían ido tres días a París. Decidí invitar a mi amigo Alex a mi casa. El programa de la noche consistía en ver la película «IT», seguida de una fiesta de pijamas.

Estaba un poco ansioso porque arriba vivía el Sr. Smith, un vecino al que nunca había visto, pero que -según me habían dicho un hombre bajo y delgado con un rostro cadavérico.

En un momento de la noche, Alex y yo oímos un ruido extraño procedente del piso de la señora Adams. Dije: «¡Tenemos que ir a ver qué ha pasado!» y Alex aceptó: «De acuerdo».

Llamamos a la puerta pero no obtuvimos respuesta, así que entramos y fuimos al dormitorio y encontramos a la señora Adams en el suelo, arañada, y entonces nos dimos cuenta de la ventana abierta.

Al principio pensamos que podía ser un gato que había entrado por la ventana, pero pronto nos dimos cuenta de que la teoría no se sostenía. De hecho, mientras salíamos, vislumbré una forma extraña en el balcón, que luego se volvió y me atravesó el corazón con sus ojos rojos. Así que empecé a gritar a Alex: «¡Huyamos, rápido!».

Así que volvimos corriendo a mi casa y cerramos todas las puertas y ventanas, pero el monstruo de ojos rojos nos había seguido e intentaba derribar la puerta. Nos entró el pánico y bajamos corriendo por la escalera de emergencia hasta la casa de Ilary, una amiga de Alex que vivía en la calle de al lado y que era nuestra anfitriona para el día siguiente.

Pero esa noche, hacia las doce, el monstruo reapareció y capturó a la familia de Ilary. Así que tuvimos que huir de nuevo, muy rápidamente.

Le propuse a Alex: «Vayamos al bosque, allí hay un búnker, construido por mi padre cuando era un niño. Mi amigo respondió con voz suplicante: «Bueno, esperemos que el monstruo no nos encuentre.»

Llegamos al búnker y nos escondimos allí durante casi dos semanas, comiendo carne que Alex o yo habíamos proporcionado y bebiendo agua del arroyo que había junto al búnker.

Más asustado que nunca, una noche oímos un fuerte golpe en la puerta; fui a abrir, con las piernas temblando, y cuando lo hice me quedé asombrado al ver a mi padre. De vuelta de París, al no encontrarme en casa, había venido a buscarme al bosque. ¡Qué alivio!

Mientras nos llevaba a casa, el monstruo volvió a salir de un arbusto y con voz chillona repitió: «Smi…. Smith. En ese mismo momento supe que el monstruo, un hombre lobo, era el Sr. Smith.

Smith nos llevó con él y nos condujo a una cueva en el bosque, donde también encontramos a la familia de Ilary.
Smith estaba acompañado por otros hombres lobo que se repartían las personas capturadas. Nos tragaron sin piedad.

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